Uno de los principales factores de riesgo de la artrosis es el sobrepeso y la obesidad. Pero un reciente estudio muestra que los kilos de más no son los responsables de la degradación del cartílago, sino que es el exceso de grasa el que influye en el desarrollo de la enfermedad y su estado de inflamación.
Los tejidos grasos secretan hormonas inflamatorias que destruyen las células encargadas de regenerar el cartílago. Estas hormonas tienen una relación proporcional con el índice de masa corporal (IMC) y el porcentaje de grasa, es decir, cuanto mayor sea el índice de masa corporal, mayor será la degradación del cartílago.
Por esta razón, el tipo de alimentación es un factor determinante, ya que una dieta rica en grasas saturadas modifica el metabolismo del cartílago y lo debilita, volviéndolo más susceptible a las lesiones.
La mayoría de médicos recomiendan una dieta saludable y equilibrada para las personas con artrosis. Incluso podríamos decir que la dieta mediterránea es la que mejor encaja en el término “equilibrada” porque engloba todos los grupos de alimentos, potenciando los productos ricos en ácidos grasos omega3 (como el pescado azul) o el aceite de oliva y evitando los azúcares y las grasas saturadas en la medida de lo posible. En la pirámide nutricional de la artrosis podréis ver una manera más gráfica el tipo de alimento y la frecuencia en la que se deben consumir.
También el ejercicio es una buena forma de prevenir la aparición o frenar el desarrollo de esta enfermedad inflamatoria crónica, porque con actividad física se consigue mantener un control sobre el propio peso a la vez que fortalecer la musculatura y mejorar el movimiento de la articulación. En conclusión, llevar un estilo de vida saludable es la mejor herramienta para hacer frente y convivir con la artrosis.