Autor: Josep Corbella (Periodista científico de La Vanguardia)
Cuanto más se investiga sobre la artrosis, más se descubre que no es sólo un desgaste mecánico de articulaciones castigadas por años de sobreesfuerzos. Más bien es una enfermedad compleja en la que se pierde el sutil equilibrio entre las moléculas que preservan la articulación y las moléculas que la degradan. Una larga guerra microscópica en la que acaban ganando los malos.
En esta guerra juega un papel crucial una proteína llamada Notch, según han descubierto investigadores de Estados Unidos que han presentado sus resultados en la revista Science Signaling. El avance aclara cómo progresa la artrosis a nivel celular y abre la vía a desarrollar nuevos fármacos en el futuro para frenarla.
BIENVENIDOS A NOTCH
Después del nacimiento, Notch sigue siendo imprescindible para preservar la salud de múltiples órganos y tejidos. En el cerebro, por ejemplo, un déficit de Notch afecta al funcionamiento de las neuronas hasta el punto de causar problemas de aprendizaje y de memoria. En las articulaciones, la falta de Notch deteriora los cartílagos. Pero, paradójicamente, en las articulaciones con artrosis no se observa una falta de Notch sino un exceso. ¿Cómo explicarlo?
DOS CARAS DE UNA MISMA MOLÉCULA
En busca de respuestas, investigadores de la Universidad de Rochester (EE.UU.) liderados por Matthew Hilton han estudiado minuciosamente los efectos de Notch en los cartílagos. Han experimentado con cultivos celulares y con ratones de laboratorio, algunos de los cuales tenían las articulaciones sanas y otros tenían artrosis.
Notch aparece así como un Doctor Jekyll y Mister Hyde de la artrosis. Una molécula que en origen es buena pero que, cuando se descontrola, se convierte en un monstruo.
¿Qué ocurriría si, en una articulación que ya tiene artrosis, se consigue controlar Notch para que vuelva a actuar con moderación?, se han preguntado los investigadores. ¿Será capaz de estimular de nuevo la formación de cartílago sano? Respuesta: cuando se reduce la actividad de Notch, el deterioro de la articulación se frena, pero el cartílago no se regenera.
EN BUSCA DE NUEVOS FÁRMACOS
Hasta aquí, se trata de una investigación de ciencia básica que ayuda a comprender cómo se origina y progresa la artrosis, pero que de poco sirve a las personas afectadas. Sin embargo, el objetivo del equipo de la Universidad de Rochester es desarrollar fármacos que sean útiles para los pacientes. Por ello, ha estudiado cómo actúa exactamente Notch en las articulaciones con la idea de imitar sus efectos beneficiosos o de bloquear sus efectos perjudiciales.
Los investigadores han identificado un grupo de moléculas sobre las que podrían actuar futuros fármacos contra la artrosis. Entre ellas destaca la IL-6 (o interleucina 6), una molécula inflamatoria que daña la articulación cuando Notch está hiperactivo y que se puede inhibir con fármacos que ya están aprobados para otras enfermedades. Intervienen asimismo las moléculas STAT3, ERK y p38 MAPK, que también dañan la articulación y para las que hay fármacos aprobados o en desarrollo. Pero ninguno de estos fármacos se ha estudiado aún en personas con artrosis. Es posible que sean eficaces, y también es posible que tengan efectos secundarios indeseables.
Sin embargo, después de tantos años en que el principal tratamiento contra la artrosis ha sido la resignación, porque se veía como un achaque de la edad contra el que poco se podía hacer, la investigación sobre Notch es un avance significativo que muestra el camino para mejorar los tratamientos y llegar a curar la enfermedad en el futuro. Un camino que pasa por comprender cuáles son las moléculas beneficiosas que protegen la articulación para ayudarlas, y cuáles son las perjudiciales para frenarlas. Y tratar de convencer a Mister Hyde para que vuelva a ser Doctor Jekyll.