La artrosis es una enfermedad que puede afectar a las actividades del día a día de quien la padece, lo que genera un importante impacto psicológico.
Según datos que se desprenden de un reciente estudio, este impacto psicológico sería mayor en el caso de las mujeres, de las que un 30% padece ansiedad y un 20% depresión, a diferencia de los hombres que serían un 12 por ciento.
Si padecer artrosis implica una mayor presencia de ansiedad y depresión, también existe por consecuencia un mayor consumo de ansiolíticos y antidepresivos.
Por otra parte, además de padecer importantes psicopatologías, los pacientes con artrosis tienen casi el doble de probabilidades de padecer otras enfermedades como la hipertensión arterial, reflujo gastroesofágico o enfermedad vascular periférica venosa.
Si a todo ello le sumamos que gran parte de los pacientes con artrosis no realizan ningún tipo de actividad física, como es sobre todo el caso de las mujeres, el riesgo cardiovascular se multiplica. Un riesgo muy a tener en cuenta en lo que respecta a la medicación, ya que, uno de los fármacos más populares entre los pacientes con artrosis son los antiinflamatorios, que estarían especialmente desaconsejados en pacientes de estas características.
Según señaló el doctor Sergio Giménez Basallote durante la presentación del estudio EMARTRO en el 16 Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer, se ha detectado que “el 30 por ciento de los pacientes toma antiinflamatorios a pesar del elevado riesgo cardiovascular que tienen”.
Tal y como advierte, para este tipo de pacientes “sería más adecuado contemplar el uso de otros fármacos, como el condroitín sulfato, específicos para la artrosis, de eficacia demostrada y con un elevado perfil de seguridad”.