A continuación desmontaremos algunas de las creencias, mitos y bulos más comunes, a los que constantemente tienen que enfrentarse médicos y personal sanitario, acerca de una de las enfermedades crónicas más comunes: la artrosis.
La edad no es excusa para dejar de preocuparse por uno mismo. Esa actitud pasiva y resignada, a veces demasiado frecuente entre las personas mayores, no es saludable, entre otras cosas porque el bienestar, entendido como calidad de vida y salud, hay que ganarlo a pulso, con esfuerzo, no encogiéndose de hombros, especialmente cuando se sabe que manteniéndonos activos podremos reducir el dolor, aumentar la movilidad, detener el deterioro de la articulación y mejorar nuestra calidad de vida en general. Además, existen otras causas de artrosis al margen de la edad: deformidad articular previa, traumatismos previos, antecedentes genéticos, prácticas físicas intensas, ciertas actividades laborales, ciertas enfermedades sistémicas, obesidad y menopausia precoz, entre otras, que pueden ser tratadas con éxito.
“No se puede hacer nada para frenar la artrosis”
De nuevo la actitud negativa. Destiérrela. Siempre se puede hacer algo. Es cierto que hasta hace relativamente poco tiempo la artrosis se consideraba como una enfermedad que avanzaba sin remedio, pero la medicina ha progresado mucho en los últimos años. Hoy en día muchos de los problemas relacionados con la artrosis pueden remediarse o, cuanto menos, atenuarse con un tratamiento de base con fármacos protectores del cartílago (condroprotectores), como condroitín sulfato y sulfato de glucosamina.
“No me pueden recetar nada más para la artrosis porque las pastillas me dan dolor de estómago”
Posiblemente se refiera a los fármacos antinflamatorios, de los que hay numerosos tipos y, sí, es cierto que tienen efectos gastrointestinales secundarios que obligan a utilizar un protector gástrico para evitar problemas, como el sangrado, pero no es cierto que no haya alternativas. De hecho, éstas son tan o más eficaces para el control del dolor, y presentan menos riesgos. Se trata del paracetamol y de los fármacos condroprotectores (protectores del cartílago), como el condroitín sulfato y el sulfato de glucosamina. Estos últimos, además, podrían frenar la evolución de la enfermedad. Condroitín sulfato ha demostrado que disminuye las necesidades de analgésicos y antinflamatorios, aportando un beneficio en las personas que se ven obligadas a tomar varios medicamentos.
Los deportes de competición pueden desencadenar la aparición de artrosis debido al uso repetitivo y sobrecarga de todos los elementos que constituyen la articulación, principalmente los ligamentos y el cartílago. Pero esto no quiere decir que el ejercicio en sí sea malo. Es distinto y mucho más beneficioso el ejercicio encaminado a mantener la movilidad y la función de la articulación, con bajo impacto articular (como por ejemplo natación o ciclismo) que no el que se realiza bajo unas exigencias que, a veces, sobrepasan nuestra capacidad de resistencia articular. Padecer lesiones también puede favorecer la aparición de la artrosis.
“El reposo es bueno para la artrosis”
Falso. De hecho es más bien lo contrario: una articulación que no se mueve es más fácil que se anquilose y pierda su fuerza y su movilidad. Si reforzamos la musculatura de la articulación, ésta se desgastará menos. Eso sí, hay que adaptar el ejercicio al grado de artrosis y a la articulación afectada. Caminar y nadar son, en general, ejercicios recomendables, aunque cualquier otro ejercicio que pueda llevarse a cabo sin dolor es adecuado.
La mayoría de los masajes ejerce un efecto meramente relajante de la musculatura y los ligamentos que rodean la articulación. Tal efecto es momentáneo y no puede suplantar al tratamiento médico convencional, enfocado a ganar movilidad y fortalecer la musculatura. Tenga en cuenta que el auténtico problema de la artrosis se sitúa en la profundidad de la articulación, ahí donde los dedos no llegan, no en la musculatura. Los masajes van bien para aliviar y relajar, pero no para tratar.
“La artrosis no mejora por muchas medicinas que tomes”
El mito de la artrosis como un estigma que marca de por vida al paciente que la sufre pertenece ya al pasado. No sólo los métodos farmacológicos clásicos (paracetamol y antinflamatorios), sino los más modernos (protectores del cartílago), así como los consejos sobre las actitudes que debe adoptar en su vida cotidiana, sin duda le ayudarán a mejorar su salud articular.
“Doctor, me duele la espalda, pídame una radiografía”
El dolor de espalda es uno de los que nos afectan con más frecuencia, casi podríamos decir, desde el momento en que empezamos a caminar erguidos. Dentro de los dolores de espalda, la lumbalgia es, con mucho, la más frecuente. Las radiografías sólo están indicadas ante determinados signos, que pueden hacer pensar a su médico de cabecera en problemas de compresión de la médula o de sus raíces nerviosas que son poco frecuentes. Si estos signos no están presentes, su médico sabe muy bien que la realización de radiografías, especialmente de la columna, no le van a ayudar al alivio del problema y, por el contrario, van a exponerle a una radiación importante que puede traer consecuencias negativas.
¿Y por qué no, si le puede ayudar? El bastón se ha considerado símbolo de elegancia y se asocia a sabiduría. Si a reyes o emperadores les ennoblecía, ¿por qué a usted no? El bastón es quizás la herramienta más antigua del hombre, muy anterior al fuego y a la fabricación de puntas de flecha: por algo será. No lo deseche tan fácilmente. Es muy útil para evitar la carga sobre la rodilla y la cadera, lo que hará que disminuya el dolor, que aumente su movilidad y le ayude a mantener la estabilidad y disminuir el riesgo de caídas.
“Quiero que me envíe al traumatólogo para tratar la artrosis”
El traumatólogo está perfectamente capacitado para tratar la artrosis, pero el especialista adecuado es el reumatólogo, que es un especialista de las enfermedades de las articulaciones. Si su médico de cabecera le remite al reumatólogo es porque considera que, en su caso particular, el seguimiento por este especialista es más adecuado.
Fuente: área de pacientes de www.condroprotección.es