¿Inyecciones o prótesis de rodilla?
Cuando a una persona se le diagnostica artrosis, por lo general el reumatólogo le prescribirá una serie de medidas preventivas: perder peso, ejercicio moderado, cambios en la dieta, medicamentos condroprotectores, que en muchos casos ayudarán a ralentizar la progresión de la enfermedad. No obstante, en otros casos, la enfermedad seguirá progresando hasta dañar el cartílago y necesitar de la intervención del traumatólogo. Llegados a esta fase, se plantean diversas opciones de tratamiento, entre las que se incluyen las inyecciones de ácido hialurónico o la cirugía de reemplazo de rodilla. A continuación veremos en qué consisten y cuáles son los pros y los contras de cada una, y por qué la prevención es siempre el mejor tratamiento para la artrosis.
Inyecciones viscoelásticas
La cirugía siempre será el último recurso, por lo que antes de recomendarla el especialista optará por las inyecciones de ácido hialurónico o de antiinflamatorios (corticosteroides) para reducir el dolor y mejorar la movilidad. Las inyecciones de ácido hialurónico o viscosuplementación se inyectan directamente en la articulación de rodilla para complementar el ácido hialurónico que nuestro organismo produce de forma natural. En rodillas libres de artrosis, el ácido hialurónico actúa como lubricante o “parachoques” de impactos, con lo que las rodillas funcionan correctamente y sin dolor. Las inyecciones de ácido hialurónico reducen el dolor y la inflamación, pero también pueden causar efectos secundarios. Los más comunes son irritación en el lugar de la inyección, dolor, inflamación, rigidez, acumulación de fluidos. Otros efectos menos comunes son: sangrado, formación de ampollas, sensación de quemazón o ardor, prurito (picor), irritación cutánea, dolor de cabeza o náuseas, dolor muscular.
Inyecciones de corticosteroides
Las inyecciones de corticosteroides se emplean para reducir con rapidez el dolor y la inflamación. A altas dosis, los corticosteroides se emplean para debilitar el sistema inmunitario, lo cual es de utilidad para suprimir el rechazo a órganos trasplantados o para mantener bajo control afecciones como la artritis reumatoide. Los corticosteroides imitan los efectos de la hormona cortisona y pasan rápidamente al torrente sanguíneo para alcanzar el punto de inflamación. La terapia de inyección proporciona un alivio mucho más rápido, y tiene un efecto mayor que los fármacos antiinflamatorios tomados por vía oral.
Dependiendo de diversos factores (grado de inflamación, estado de salud general), y del estado en que esté la rodilla, los efectos de la inyección pueden durar de pocos días a seis meses. Es importante tener en cuenta que los efectos de la inyección son siempre temporales: el dolor acaba volviendo, por lo que pueden ser necesarias inyecciones adicionales. La mayoría de personas no experimentan efectos secundarios, aunque en algunos casos los costicoesteroides pueden provocar efectos secundarios peligrosos, en especial cuando se toman con demasiada frecuencia.
Los efectos secundarios pueden incluir: osteonecrosis (necrosis del hueso), infección de la articulación, daños en el nervio, dolor e inflamación de la articulación, debilitamiento de la piel y de los tejidos blandos del punto de la inyección, debilitamiento óseo (osteoporosis), reacción alérgica, “blanqueamiento” de la piel en el punto de inyección. Asimismo, los diabéticos pueden experimentar un aumento de los niveles de azúcar en sangre.
La exposición a niveles elevados de cortisona durante períodos de tiempo prolongados aumenta el riesgo de desarrollar hipercortisolismo o síndrome de Cushing.
Reemplazo de rodilla
Las inyecciones reducen el dolor y la inflamación, pero si la enfermedad continúa progresando la movilidad y la calidad de vida empeoran, por lo que la única opción que nos queda es la cirugía de reemplazo, que puede ser total o parcial.
El reemplazo parcial de rodilla, también conocido como artroplastia de rodilla, consiste en extraer el hueso y el cartílago dañados y reemplazarlo por una articulación artificial, mientras que el reemplazo total consiste en retirar la articulación completa y reemplazarla por una prótesis hecha de metal, cerámica o plástico/polímeros de grado médico. Antes de la operación, los pacientes colaborarán con el traumatólogo para conseguir el diseño ideal de su rodilla artificial, teniendo en cuenta factores como edad, peso, nivel de actividad física y estado general de salud. La cirugía requiere anestesia general y rehabilitación posoperatoria para recuperar fuerza y movilidad de la articulación.
Riesgos de la cirugía/ riesgos de retrasar la cirugía
Aunque en la mayoría de casos la operación se realiza sin mayor problema, como ocurre con toda intervención quirúrgica existen riesgos: infección, trombos en las venas de piernas o pulmones, ataques cardíacos, nervios dañados.
No obstante, retrasar la cirugía también implica diversos riesgos: los principales son el deterioro de la articulación, aumento del dolor, y falta de movilidad. Otros riesgos menos comunes son el peligro de deformidades en el exterior y en el interior de la rodilla, debilitación y pérdida de función de músculos, ligamentos y otras estructuras. Si la cirugía se pospone durante demasiado tiempo, pueden surgir otros riesgos como deformidades que hacen que el procedimiento quirúrgico sea mucho más complicado, dure más tiempo y limite el rango de opciones de reemplazo.
En conclusión: el mejor tratamiento es la prevención
Un reemplazo de rodilla es por lo general la opción final cuando el dolor y la falta de movilidad superan los límites tolerables, pero no son para toda la vida: muchas personas, en especial aquellas que se operan a edad relativamente joven, pueden necesitar varias operaciones de reemplazo a lo largo de su vida, con los riesgos que ello implica. Es por ello importante tomar las medidas preventivas posibles (peso equilibrado, ejercicio físico moderado, medicamentos condroprotectores) con el fin de retrasar la progresión de la artrosis, y con ello tener que recurrir a inyecciones viscoelásticas o de corticosteroides y finalmente a la cirugía.
En las caderas tambien se pueden inyectar Acido Hialuronico,gracias por su respuesta
Hola Elena, el tratamiento con infiltraciones de ácido hialurónico puede aplicarse en cualquier articulación afectada por artrosis. Este tratamiento suele consistir en 3 inyecciones que se administran con una semana de diferencia, según lo determine el médico. Sus efectos no son inmediatos, los beneficios empiezan a notarse aproximadamente un mes después de la primera inyección y duran unos seis meses. Al final de este periodo, si médico y paciente consideran que el resultado ha sido bueno, se puede repetir el tratamiento. Pero aunque los síntomas mejoren, el ácido hialurónico no restaura el cartílago dañado. Lo que sí puede mejorar es la lubricación de la articulación y su capacidad de amortiguación. Por ello, es conveniente recordar que no es un sustituto, si no un complemento de otros tratamiento y recomendaciones aconsejadas por el profesional médico. Gracias por tu participación y un saludo.