La artrosis ha sido considerada muchos años por médicos de cabecera y población general una enfermedad molesta, pero relativamente benigna: el dolor y la pérdida de movilidad se consideraban “achaques de la edad” asociados al envejecimiento que no revestían mayor gravedad. Todo lo contrario: los estudios más recientes han revelado una fuerte asociación entre artrosis y síndrome metabólico, una serie de factores de riesgo cardiovascular que van de la insuficiencia cardíaca a la obesidad o la diabetes, y que están relacionados con infartos, ictus, diabetes, o ciertos tipos de cáncer.
Disipar creencias erróneas
El Dr. Cristóbal Orellana, reumatólogo del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) insiste en la necesidad de disipar esta creencia. Lejos de ser una enfermedad benigna, los datos revelan que las personas con artrosis de rodilla tienen tres veces más síndrome metabólico, y dos veces más en el caso de las personas con artrosis de mano. Más precisamente, los estudios realizados muestran que un 57% de pacientes de artrosis sufren hipertensión arterial; un 19%, enfermedad vascular periférica; un 8%, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC); un 7%, insuficiencia cardíaca; un 5%, afecciones cerebrovasculares, un 3% infarto de miocardio, un 2,4% neoplasia (cáncer), 2% insuficiencia renal moderada o grave y un 2% insuficiencia hepática. Asimismo, la mitad de pacientes de artrosis de rodilla tiene obesidad o sobrepeso (25% en el caso de artrosis de manos).
Ambos factores (obesidad y artrosis) se retroalimentan entre sí: el dolor articular reduce nuestra movilidad y actividad física, lo cual a su vez incrementa la obesidad, elevando la incidencia de factores adicionales de riesgo cardiovascular (diabetes, hipertensión, colesterol alto) y haciendo que las articulaciones debilitadas tengan que soportar cada vez más peso, con lo que su desgaste se acelera. No obstante, como ya hemos comentado anteriormente, esta relación va más allá de la carga mecánica: la obesidad se asocia a inflamación crónica, lo cual libera una serie de compuestos que se sabe que dañan el tejido articular. El tejido graso de una persona obesa sintetiza una serie de marcadores inflamatorios que aumentan la inflamación y con ello los daños, tanto del cartílago como de otras estructuras articulares.
La hipertensión hace que el flujo sanguíneo al hueso subcondral disminuya, lo cual puede afectar al cartílago, haciendo que sea más propenso a desgastarse. Respecto a la diabetes o hiperglucemia (azúcar alto en la sangre), ésta causa una serie de alteraciones que dañan los condrocitos, las células que forman el cartílago.
Tratamiento: la prevención, el mejor método
Por otra parte, los fármacos más comúnmente empleados para el tratamiento de la artrosis, los antiinflamatorios no esteroides, tienen efectos secundarios negativos en las personas con enfermedades cardiovasculares. De ahí que los médicos aconsejen emplear con cuidado los antiinflamatorios en pacientes de artrosis que también padecen síndrome metabólico o enfermedad cardiovascular. Por otra parte, el Dr. Orellana comenta que deben tenerse en cuenta otros fármacos igualmente útiles para el tratamiento de la artrosis y con muchos menos efectos secundarios. Combinados con ejercicio que refuerce la articulación y con un peso saludable, podremos prevenir tanto la progresión de la artrosis como los factores de riesgo del síndrome metabólico.