Cuando el cartílago se desgasta debido a la artrosis, éste se vuelve frágil, pierde su elasticidad y su capacidad de amortiguar. La consecuencia es que el hueso articular se deforma con el avance de la enfermedad, lo que produce un dolor tan intenso que, a veces, puede ser invalidante porque limita mucho la actividad diaria de los que padecen esta enfermedad.
Las personas que han sufrido traumatismos en las articulaciones o cirugías e incluso los deportistas tienen una mayor predisposición de sufrir artrosis.
En el caso de los deportistas, si el ejercicio no se realiza de una manera adecuada según las características y capacidades de cada uno, se pueden producir microtraumatismos de repetición continua y sobrecargas que favorecen la aparición de la artrosis precoz. Pero eso no quiere decir que el ejercicio físico sea negativo. Todo lo contrario, el deporte es casi siempre aconsejable para esta enfermedad, ya que mejora el riesgo cardiovascular, la movilidad de las articulaciones y el fortalecimiento de los músculos.
Antes de empezar cualquier ejercicio es importante tener en cuenta el calentamiento, los estiramientos y ejercicios preventivos, ya que son imprescindibles para evitar una sobrecarga de los músculos.
Unos músculos bien acondicionados protegen la articulación a través de la disminución de la carga. De esta manera, las articulaciones sufren menos. Además, con el ejercicio se mejora la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación, con lo que el cartílago padece menos.
Para las personas con artrosis, los expertos recomiendan evitar los deportes de impacto (correr, fútbol, baloncesto, artes marciales…) porque castigan las articulaciones por los cambios bruscos de ritmos y giros. Se aconseja optar por deportes de bajo impacto, como caminar una hora al día, ir en bicicleta, nadar, hacer aquagym o yoga, pero siempre sin excederse.
Y recordad que hacer ejercicio y mantenerse activo es parte de la solución para hacer frente a esta enfermedad.